Los Abogados Que Luchan En Los Tribunales Por Migrantes Indocumentados Como Ellos
LOS ÁNGELES – Pasa todos y cada uno de los días preparando estrategias legales para ayudar a migrantes indocumentados a quedarse en el país. Sin embargo, en cualquier momento, exactamente la misma Lizbeth Mateo podría ser detenida y deportada.
Es una letrada migratoria que tiene su abogado en materia de migración.
Lizbeth, de treinta y tres años, se juramentó como abogada de forma oficial en el primer mes del verano. Después de pasar años como persona indocumentada y en flagrancia abierta de las leyes migratorias, ahora es parte del sistema jurídico y espera representar a otros como ella que ingresaron a Estados Unidos de forma ilegal.
El que California deje que Lizbeth pueda ejercer es una se las señales de la aceptación a la comunidad indocumentada en ciertas unas partes del país. Kevin de León, el líder del senado californiano, la llamó la personificación del sueño americano cuando encabezó la liturgia de juramentación de Lizbeth.
Ahora le toca ejercer en un momento delicado: las promesas del presidente Donald Trump, como la construcción del muro y los nuevos lineamientos de detención, han dejado claro que las personas sin papeles van a ser deportadas. Ciertos inmigrantes han preferido ocultarse y otros han regresado a sus países de origen, temerosos y frustrados. Otros más han decidido ni tan siquiera aventurarse.
Lizbeth pertenece al conjunto de quienes quieren confrontar a la administración, incluso cuando hacerlo conlleva peligros personales. Es una defensora valiente, según múltiples personas; para otras, es una provocadora imprudente que semeja estimar desafiar a los agentes migratorios a que la detengan.
“Veo cómo activistas que son respetados y considerados líderes de la comunidad arman un alboroto y pienso que no es lo que precisamos en este momento”, dijo Lizbeth, quien nació en el estado mexicano de Oaxaca. “El trabajo no permite que hagas un alboroto. Lo que precisas es asegurarle a la comunidad que vamos a pelear. Al fin y al postre, solo tenemos esa opción”.
Otros dicen que ese papel no le corresponde. “Prometes que vas a proteger la Constitución de USA y al tiempo violas las leyes que contempla”, dijo John C. Eastman, constitucionalista y exdecano de la Facultad de Derecho de la Universidad Champan en California. “Estás violando el juramento del cargo desde el instante en que lo tomas: eso es un gran problema”. Ira Mehlman, portavoz de la Federación para una Reforma Migratoria Americana (FAIR, por su inicial en inglés), grupo que aboga por mayores restricciones migratorias, concurre: “Si estás en el país de forma ilegal, no hay razón por la que deberías poder ejercer derecho”.
Lizbeth es de las realmente pocas personas indocumentadas en E.U. que ha conseguido una licencia de abogacía y solo una de las que se especializa en derecho migratorio. Luis Ángel Reyes Savalza, quien la representa y asimismo nació en México, es otra de esas personas.
California, N. York y Florida son los únicos estados que dan licencias a migrantes indocumentados a fin de que ejerciten derecho. No hay un estimado oficial de cuántas personas sin papeles trabajan como abogados, mas Luis Ángel dice que conoce a una docena.
Para Eastman, los abogados indocumentados ponen en riesgo a sus clientes que son beneficiarios del programa de (DACA, por su inicial en inglés) pues el gobierno de Trump podría retirar ese permiso en cualquier instante. En enero, ya emitió una orden ejecutiva que amplía las definiciones de quién es un criminal; ahora incluye cosas como haber usado un número de seguridad social falso para trabajar. Y el Servicio de Inmigración y Aduanas ha dejado claro que ser de DACA no garantiza una protección legal.
“Si estás en el país de manera ilegal, no hay razón por la que deberías poder ejercer derecho”.
Ira Mehlman, portavoz de la Federación para una Reforma Migratoria Americana
Personas como Lizbeth comenzaron a identificarse en público como indocumentadas hace más de una década con la esperanza de que podrían forzar un cambio al contar sus historias. Varios conjuntos universitarios en California se juntaron con el nombre “” (Sueños que merecen ser escuchados) y apuntalaron el Dream Act, legislación que habría dado una vía para la ciudadanía a jóvenes indocumentados. Esta fracasó.
Sin embargo, la atención puesta en las dificultades de jóvenes que habían llegado como menores de edad y no conocían más que su vida en Estados Unidos ejerció presión para que el gobierno de Obama avalase DACA a fin de que los dreamers pudiesen estudiar y trabajar. El futuro del programa bajo la administración Trump, en particular una vez que varios fiscales estatales republicanos han amenazado con demandar al gobierno si el programa no es retirado para otoño.
Luis Ángel y Lizbeth impulsan que se sostenga DACA, mas no quieren solo eso. abogados especializados en extranjeria migrantes que han cumplido sentencias en prisión por alguna condena penal no deben ser blancos para la deportación y desean persuadir a los gobiernos locales de que prevean más fondos para abonar los costos legales de los migrantes que encaran procesos de expulsión. “Quieren que estemos atemorizados”, dijo Lizbeth.
“La gente dice que tiene temor, mas no tenemos que ser invisibles”, mencionó durante un discurso ante estudiantes de la Universidad de California, Northridge, su alma mater. “Estás más seguro” cuando reconoces tu estatus, “cuando estás conectado a gente que va a saber si el ICE vino por ti en medio de la noche”, añadió, utilizando la sigla en inglés del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
Sin embargo, las acciones que califica como precisas son vistas por otros como descuidadas.
En dos mil trece, Lizbeth viajó a Oaxaca para visitar a familiares, aunque sabía que no tenía la visa para reingresar a USA. Cuando se presentó al cruce fronterizo, lo hizo acompañada de otros ocho estudiantes indocumentados poder entrar para pedir asilo. Al final, Lizbeth pudo pasar, si bien fue detenida en un centro migratorio en Arizona durante ciertos días. Se le permitió argumentar su caso ante una corte mientras que empezaba sus estudios en Derecho en la Universidad de Santa Clara en California, algo a lo que había soñado con dedicarse desde el instante en que llegó en 1998 a U.S.A. cuando era adolescente.
Su protesta pretendía atraer atención sobre la gran cantidad de personas que habían sido deportadas antes que fuera incorporado DACA, pero varios activistas la criticaron de haberlo hecho como un ardid publicitario. Incluso de este modo, se convirtió en una entre ciertos conjuntos de defensores de migrantes.
Aunque su acto puso en alerta su busca de un estatus legal. El programa DACA requiere que los demandantes prueben que jamás han dejado E.U. desde el momento en que entraron como menores de edad. Cuando Lizbeth procuró ser beneficiaria de DACA el año pasado, su petición fue negada por el viaje a México. Planea regresar a pedir, aunque esta vez con ayuda de legisladores federales, líderes universitarios y un ejército de abogados migratorios.
Si le vuelven a negar la petición, no va a tener muchas posibilidades legales. No obstante, afirmó que no planea dejar USA sin importar un mínimo lo que suceda.
“Estoy en esta pelea respecto de lo que planee para mi vida, de lo que todavía planeo, frente a mi realidad actual”, dijo. Aunque tiene la licencia de abogacía, no puede ser contratada por ninguna firma debido a su estatus como indocumentada. Por este motivo planea abrir su firma; cualquier persona sin papeles puede establecer un negocio.
Trabaja de día desde un centro en Pasadena, donde da capacitación a personas sobre de qué manera contar sus historias a diferentes grupos que han prometido ayudar a migrantes indocumentados y las ayuda a completar formularios en pos de familiares que podrían ser deportados.
“Cualquier cosa que puedas utilizar para demostrar que tienes una vida acá, que estás trabajando y contribuyendo, ayuda”, le dijo a un grupo de mujeres de mediana edad hace unas semanas. “Necesitamos que sepan que requerimos su apoyo y que lo merecemos”.
Luis Ángel, de veintinueve años, sabía de Lizbeth mucho antes de conocerla. La había visto charlar en mítines y había leído sobre sus quejas, que lo inspiraron cuando estudiaba en la Capacitad de Derecho de la Universidad de la ciudad de Nueva York. Cuando le ofrecieron ser el letrado de Lizbeth, admitió inmediatamente.
Cuando era niño, la madre de Luis Ángel le enseñó que debía decirle a quien fuera que conociera que había nacido en el centro de salud O’Connor de San José, California. Cuando empezó a trabajar durante su adolescencia, usó un número de seguridad social falso, como lo hace la gran mayoría de las personas indocumentadas en el país. Eso ahora es fundamento para la deportación.
Durante los últimos un par de años, Luis Ángel ha trabajado en Pangea Legal Services, un conjunto sin fines de lucro en la ciudad de San Francisco que ayuda a proteger a migrantes que enfrentan una posible deportación. Es un trabajo que Luis Ángel ve poco a poco más difícil ahora que Trump comienza a cumplir con sus promesas de aumentar las expulsiones de migrantes.
Luis Ángel, quien es adjudicatario de DACA, está preocupado por sus progenitores y ansioso de que cualquier llamada es la que le informará que fueron detenidos por agentes migratorios.
“Quieren que les afirme que todo va a estar bien, pero no puedo hacer eso”, afirmó.
Como abogado de Lizbeth, Luis Ángel es quien meterá el papeleo para su nueva petición de DACA, mientras que ella prepara los formularios para sus 2 hermanos más jóvenes, quienes deben renovar su permiso.
“Toda mi comunidad va a enfrentar cosas peores. Quiero continuar representando a la gente. Y, si no puedo, tendré que organizarme para dar la pelea”, dijo Luis Ángel.